En busca de la bolsa perdida

En anteriores capítulos, la pérdida de la bolsa.

Cómo dentro de la bolsa estaba el DNI, tuve que ir a la comisaría a poner la denuncia y renovarlo, el caso es que yo ya les sonaba un poco:

-Si buenas, es que mi hijo a perdido el DNI y venimos a poner la denuncia.
-Pero ¿Ustedes no estuvieron la semana pasada para denunciarlo?
-No, eso era el pasaporte.
-Es que lo perdí en Berlín, pero el DNI lo he perdido en un bus.
-Joder, pues vamos, ya te debes saber hasta el procedimiento de las denuncias. Podrías ser policía y todo.
Estaba gracioso el hombre, pero mi madre aun más:
-No que va, seguro que perdería el coche o el arma.
Festival del humor
-Si, pero antes la usaría para meteros un tiro a cada uno. Je je.

Después de este alarde de ingenio humorístico por parte de mi madre y del poli, me fui a casa, que por lo menos había perdido clase con la tontería, aunque antes le saqué un desayuno a mi madre.

Después, por la tarde, estando en el ordenador suena el timbre. Yo no soy de los de contestar por el telefonillo porque suena a ornitorrinco en celo, si espero a alguien abro, y si no, pues me asomo por la ventana que es un primero. Me asomo y veo a una mujer rumana.

-¿Si?
-Una bolsa...
-No.
-Que si.
-¿Cómo que si?
Chulerías a mi las justas.
-Si, una bolsa con un bañador y...
-¡Y UNA CARTERA! Si. ¿Donde está? Devuélvemela, yo te pago el rescate, pero no la hagas de sufrir por favor, que es joven.
-No mirar, es que la encóntre, y la lleve a la empreso de autobusos, pero antes anote tu dirección para decirte que iras a por ella.
-Ajam... ¿Y no se te ocurrió traérmela y ahorrarme el paseo, so gilí? Muchas gracias, ahora mismo voy a por ella.

Con las mismas, cogí el teléfono y llame a la empresa de "autobusos" como diría la mujer:

-Buenas, llamaba por una bolsa con un bañador y una cartera que han dejado ahí.
-Un momento, que miro.
Momento telefónica, me daba tiempo a hacerme un chalet en algún lado.
-Aquí no hay nada.
-Pero si me han dicho que lo habían dejado ahí...
-Ah si, es que como era amarilla no me había fijado.
-¿Y que cojones tendrá que ver que sea amarilla?
-¿Vas a venir a por ella o no?
-Si si, claro.
-Pues date prisa que cerramos en una hora.

Me visto, miro que bus me deja en la empresa, que aunque resulta que todos salen de ahí, ninguno te deja en ella, solo uno te deja a unos cinco minutos andando.
Paso por una puerta con un par de seguratas que ni me miran, y entro a donde esta la ventanilla de reclamaciones, y me veo a un tío repachongado en una silla de oficina, comiendo Doritos y viendo algo en el ordenador, que no estaba seguro de lo que era.

-Hola, venía a por mi bolsa.
-¿Qué bolsa?
Que cruz.
-La del bañador y la cartera. ¿Qué le habéis hecho, cabrones?
-Aquí no ha...
-LA AMARILLA.
-Ah si, toma.
-¿Así, sin identificación ni nada?
-¿Identifiqué?
-Nada nada, dame también esas llaves de Ferrari que me lo llevo puesto.

2 comentarios:

  1. Qué bonitos resultan siempre los finales felices. Pero deja de perder cosas por ahí, que mira el final de Titanic, bonito no es.

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  2. Fuera de contexto, y por qué no sé donde carajo comunicártelo, que twitter solo deja 140 letras, te comunico (redundantemente) que he colocado un enlace en mi blog al tuyo en la esquinita de los blogs que me cholan. Y como el tuyo mola, hará que el mío suba de prestigio y quede mas guay y toda esa mierda que hacemos los mercenarios de la fama. Pues eso.

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